domingo, 20 de mayo de 2012

Haití, entre el cólera y la parálisis política

Después de varios cambios de dirigentes, en 1957 se inició un período de gobierno de corte dictatorial al mando de Françoise Duvalier, que continuó luego su hijo, y sumió al pueblo (con alto índice de analfabetismo) en un elevado nivel de miseria e incentivó la práctica de creencias vudú. Las constituciones duvalieristas a través de diversas maneras hicieron posible veintinueve años de gobierno autoritario de la familia Duvalier, el que comenzó en 1957 y terminó en 1986 constituyendo así la última dinastía hereditaria en las Américas después de la caída de los Somoza en 1979.

Haití es una República presidencialista, donde el Jefe del Estado es elegido por sufragio universal, el presidente nombra al Primer Ministro, los miembros del gabinete, según su Constitución, son escogidos por el Primer Ministro con la aprobación del Presidente.

Cuenta con sistema bicameral integrado por la Cámara de Diputados y el Senado. El Tribunal de Casación, los Tribunales de Apelaciones, de Primera Instancia, de Paz y los Tribunales Especiales están investidos del poder judicial. Además, la Constitución contempla que el Senado se convierta en Tribunal Superior de Justicia para considerar casos políticos, como puede ser el juicio público al Presidente por un delito de traición.

Su Constitución consta de un preámbulo, quince títulos y 298 artículos. La Constitución de 1987 declara que Haití "es una República indivisible, soberana, independiente, cooperativista, libre, democrática y social".  La estructura de organización política es la correspondiente a un estado democrático tradicional.  Los Artículos 58, 59 y 60 establecen que la soberanía radica en todos los ciudadanos y que estos delegan el ejercicio de esa soberanía en las tres ramas del gobierno: la ejecutiva, la legislativa y la judicial, cada una de las cuales es independiente de las otras dos y ninguna puede traspasar los límites que la Constitución y las leyes establecen para cada una.

El seguimiento a la actual situación de Haití, me parece que resume de manera clara la necesidad de revisar su estructura constitucional para introducir diversos mecanismos de participación ciudadana, su actual Constitución fue diseñada para evitar el regreso de un gobierno dictatorial, si bien cuenta con un diseño presidencialista, el actual titular del Ejecutivo ha manifestado su falta de experiencia para conducir a su país a buen puerto. Por ejemplo, el presidente Michel Martelly, reconoció que buena parte del dinero destinado a la reconstrucción del país tras el sismo de enero de 2010, que dejó más de 200.000 muertos, fue utilizado mal. Durante su primera visita oficial a España, el mandatario explicó a la cadena SER (del grupo Prisa, editor de EL PAÍS) que "se han inyectado 4.000 millones de dólares y hoy tengo problemas para identificar algo que se haya hecho con ese dinero".

Martelly, ha realizado diversas giras internacionales para refrendar que "los haitianos no quieren ayuda, sino que los inversionistas faciliten el propio desarrollo del país".

Desde que asumió el poder, Martelly se ha enfrascado en una guerra política con el Parlamento —que cuenta con una mayoría de diputados partidarios de René Preval, el anterior presidente— que ha paralizado a su Gobierno. Durante este primer año, nombró a cuatro primeros ministros y solo dos obtuvieron el visto bueno del Parlamento. El primero de ellos, el médico Garry Conille, asumió el cargo cinco meses después de la instalación del nuevo Gobierno y renunció en febrero pasado. Después de tres meses de vacío político, tomó posesión como primer ministro Laurent Lamothe, ministro de Asuntos Exteriores, antiguo tenista y empresario de telecomunicaciones que ha hecho fortuna en África.

Su actual Presidente, Michel Martelly era un cantante de kompa (música popular, mezcla de reggae, soka y merengue) cuando asumió la presidencia de Haití el 14 de mayo de 2011. Era la primera vez en la agitada historia de Haití en que un presidente electo recibía el poder de manos de otro, también electo por el voto popular. Era el estreno político de Martelly y los haitianos lo llevaron hasta allí justo por el hartazgo de la política de partidos y por su carisma. Pero esa apuesta, no ha dado los resultados esperados.

Este país me parece que es un caso particular que se puede analizar en la óptica diversos autores leídos en clase.


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