domingo, 26 de febrero de 2012

APOSTAR POR EL CAMBIO: EL RÉGIMEN DE BACHAR EL ASAD ESTÁ CAUSANDO A RUSIA UN ENORME DESPRESTIGIO EN EL CONJUNTO DE LOS PAÍSES ÁRABES.


En un régimen sin contrapesos, la historia de horror se repite, Hafez el Asad destruyó Hama y mató al menos a 20.000 de sus habitantes en el año de 1982. Ahora en pleno siglo XXI, su hijo Bachar el Asad, 30 años después, está haciendo lo mismo en Homs.

La matanza de Hama pasó casi desapercibida y solo meses más tarde se conoció la crueldad con que el régimen sirio había aplastado la rebelión islamista. Lo que ocurre en Homs, gracias los medios de comunicación globales, es noticia en todo el mundo.

Un Ejecutivo sin controles y sin contrapesos, demuestra que cualquier desafío a su poder se paga con ríos de sangre.

Bajo la estricta dominación de la dinastía Asad desde 1971, Siria es unos de los países clave en Oriente Próximo por su influencia sobre sus vecinos, sobre todo Jordania, por su frontera con Turquía y por las buenas relaciones que mantiene con Irán. La mayoría del pueblo sirio tiene ciertas distancias culturales con Bashar Asad. Él y su familia pertenecen a la minoría religiosa alauí, una rama del Islam chií que representa al 12% de la población, frente al 74% que suponen los musulmanes suníes. Ante la amenaza sobre su estabilidad en el poder, Asad no ha dudado en utilizar la fuerza de la manera más tajante posible. Sin embargo, esta actitud no ha impedido que las protestas se extiendan desde la capital, Damasco, por todo el país. La respuesta del Gobierno siempre ha sido la misma: la represión violenta.

Siria
Presidente de la República
Duración del mandato: 17 de Julio de 2000 - En funciones
Nacimiento: Damasco, provincia de Damasco (Dimashq) , 11 de Septiembre de 1965
Partido político: Baaz
Profesión: Médico oftalmólogo

Resumen
Calificado como un suceso fortuito, como lo fue, la pérdida de la vida en accidente de su hermano mayor, convirtió en 1994 al joven oftalmólogo asentado en Londres que entonces era Bashar al-Assad en el delfín de su padre, Hafez al-Assad, tras cuya muerte en 2000 fue elegido, con 34 años, presidente de Siria.

Protagonista de la primera sucesión dinástica en una república árabe, Bashar llegó al poder con una aureola de reformista benigno amigo de las nuevas tecnologías y capaz de poner un rostro humano al régimen intensamente dictatorial heredado del padre, bajo cuyo puño de hierro arraigaron en Siria la hegemonía del partido Baaz (socialista, nacionalista árabe y secular) y el Estado policíaco. Sin embargo, las esperanzas de apertura democrática, alentadas por unas amnistías parciales de presos políticos y un ensayo de libertad de expresión que fue conocido como la Primavera de Damasco, no tardaron en desvanecerse, mientras que la liberalización de la débil economía, de lo más cautelosa, tampoco trajo bienestar material a la población.

Si el supuesto reformador de Siria inauguró su férula bajo la mirada vigilante de la vieja guardia baazista, sin duda pasó el examen. Assad, refrendado sin oposición en el cargo en 2007, confirmó y aún reforzó el vasto aparato de la seguridad interna, donde se solapan la solidaridad sectaria de la minoría islámica alauí y el puro exclusivismo del clan familiar del presidente. De puertas al exterior, navegó por las aguas tormentosas surgidas de la colisión entre los intereses estratégicos tradicionales de Siria en la región y el escenario abierto por el 11-S. Su vehemente rechazo a la guerra de Irak y su disentimiento sobre el concepto de terrorismo le pusieron en el punto de mira de Estados Unidos, que en 2004 sancionó a Siria por!2C entre otras acusaciones, no impedir el paso de combatientes al país ocupado y dar soporte a los grupos radicales palestinos y al Hezbollah libanés. La última imputación fundamentó las amenazas particulares de Israel, al que el dirigente sirio fue incapaz de arrancar negociaciones de paz ligadas a la devolución de los Altos del Golán.

El asesinato en 2005 del ex primer ministro libanés Rafiq Hariri obligó al acosado Assad a completar la retirada militar, ya iniciada en 2001, y a reducir drásticamente la injerencia política de Siria en el país vecino, poniendo fin a una tutela que se remontaba a 1976. No por ello cesó la intensa presión exterior al Gobierno de Damasco, convertido en el principal sospechoso del execrable crimen, al tiempo que el señalado defendía su inocencia y su compromiso en la lucha contra Al Qaeda, que también atentaba en Siria. A partir de 2007, empero, Assad se las arregló para salir de su acorralamiento internacional. Los éxitos militares y políticos de Hezbollah en Líbano afianzaron el statu quo prosirio del país de los cedros, mientras que la pacificación de Irak empujó a Estados Unidos a reanudar el diálogo bilateral. La interlocución con Turquía, la UE, Francia y Arabia Saudí se hizo compatible con la alianza estratégica con el Irán shií. Incluso el Tribunal Especial de la ONU para Líbano se inclinó por exonerar a Siria del asesinato de Hariri (achacable ahora a Hezbollah).

Al comenzar 2011, Assad seguía enfrascado en el proceso de rehabilitación diplomática cuando las revueltas de la dignidad empezaron a sucederse en el mundo árabe. El dirigente, que venía reconociendo el escaso fuelle de las reformas internas pero justificaba las inercias en aras de la "seguridad", aludió al inicio de una "nueva era" en la región, aunque se jactó de que su país sería inmune a los disturbios. Sus gobernados, sedientos de derechos y libertad, venciendo un miedo de décadas, se encargaron de refutarle de manera espectacular y dramática. A mediados de marzo, la ciudad de Deraa fue la cuna de un estallido de ira popular sin precedentes contra esta engañosa "dictadura sin dictador" a la que Assad, despojándose definitivamente de su máscara de civilidad, no dudó en responder con una represión brutal y despiadada, digna de su implacable padre. En este sentido, ni el cambio de Gobierno, ni el levantamiento del estado de emergencia vigente desde 1963, ni las apresuradas y vacías promesas de mejoras surtieron el menor efecto.

Desde entonces, Internet, la misma herramienta que él introdujo con aires modernizadores, ha filtrado al exterior las imágenes borrosas de una dinámica de acción-represión-acción en la que el Ejército, la Policía y las fuerzas paramilitares disparan, bombardean, asedian y apresan a muchedumbres que, con determinación suicida, salen a manifestarse una y otra vez. Deraa, Latakia, Homs, Hama, Baniyas, Tafas, Tel Kalaj y la propia Damasco son el escenario casi diario de unas masacres que hasta el momento (últimos de mayo) acumulan el millar de muertos y a las que la comunidad internacional asiste con una frialdad que contrasta con la implicación en la guerra civil de Libia. Las timoratas sanciones occidentales no disuaden a Assad de obstinarse en el baño de sangre. La fortaleza de su maquinaria represiva, engrasada por la lealtad de unos cuerpos de seguridad nutridos y bien pertrechados, parece jugar a favor de la continuidad del régimen, que no muestra indicios de fractura, aunque sí hay noticias confusas de disensiones entre unidades militares y de emboscadas de opositores armados. Assad ha dejado claro que no está dispuesto a sufrir los destinos del tunecino Ben Alí y el egipcio Mubarak, y que intentará aplastar a cualquier precio lo que según él no es más que una insurrección jihadista.


Soberanía Alimentaria impulsada por el Ejecutivo Venezolano

Presidente venezolano asegura que la meta del próximo período de Gobierno es lograr que el país sea un máximo exportador de sus productos

El Título VI de la Constitución Venezolana, en sus artículos 305 al 307, establece que el Estado es el responsable directo de promover la agricultura sustentable como base estratégica del desarrollo rural integral, y en consecuencia garantiza la seguridad alimentaria de la población; entendida como la disponibilidad suficiente y estable de alimentos en el ámbito nacional y el acceso oportuno y permanente a éstos por parte del público consumidor. La seguridad alimentaria deberá alcanzarse desarrollando y privilegiando la producción agropecuaria interna. Esto es la búsqueda de la Soberanía Alimentaria, como prioridad del Ejecutivo Venezolano.

La orientación hacia la promoción de la Soberanía alimentaria de un país me parece que es tan importante porque sin duda alguna se orienta a proveer a sus ciudadanos de empleo y garantizar a un sector social (la población campesina) un nivel adecuado de bienestar.

Venezuela, en el ámbito de actividades del Poder Ejecutivo por el activismo que tiene para pronunciarse el contra del modelo económico impulsado ha dicho él por el “Imperialismo” sin embargo una revisión a su desempeño como gobernante nos permite observar acciones a favor de la inserción al concierto de las naciones a su país. Su propia Constitución señala que “La República promoverá y favorecerá la integración latinoamericana y caribeña, en aras de avanzar hacia la creación de una comunidad de naciones, defendiendo los intereses económicos, sociales, culturales, políticos y ambientales de la región”.

El artículo 226, de la Constitución de Venezuela señala que el Presidente o Presidenta de la República es el Jefe o Jefa del Estado y del Ejecutivo Nacional, en cuya condición dirige la acción del Gobierno. Y es en este ámbito de atribuciones que impulsa la Soberanía de esa nación.

Este comentario es solo una pauta para conocer una de las acciones de gobierno que el Ejecutivo de esa nación pone en marcha en ejercicio de sus atribuciones constitucionales.


lunes, 20 de febrero de 2012

De regreso al Blog

Regresamos a este espacio para realizar reflexiones individuales frente al público que explora la red en busca de algo. Como bien lo señala Lipovestky: "Al parecer, a la par con la informática revolucionaria, la sociedad actual conoce otro tipo de revolución, la del interior, a interiorización, esto lo demuestra la proliferación de técnicas de expresión, comunicación, meditaciones, etc. A todo lo anterior se le puede llamar la fecundación de las expresiones terapéuticas".

Será gracias al Dr Mauricio Reyna Lara, que incursionemos en la profundidad de la red informática.

Saludos.